Santuario de la Virgen de Linares

04-Sep-2017

Narra la historia que el Rey Santo, Fernando III, llegó desde Alcolea al paraje que conocemos hoy como Santuario de Linares, donde según se cuenta, animaba a sus soldados a conquistar la ciudad de Córdoba con una pequeña imagen de la Virgen, ya que esta proporcionaría la fe necesaria para el salto definitivo a la ciudad Califal. El nombre de Virgen de Linares le viene dado posiblemente de la localidad Jienense de donde San Fernando tomó la talla, o también se cuenta que era el nombre del Capellán quien la custodiaba. También se dice que dicha imagen fue colocada en el centro de una pequeña atalaya que encontró en este lugar de la Sierra Cordobesa, quedando para la posteridad con el nombre de Santuario de la Virgen de Linares.

A modo de homenaje, quiero realizar la descripción de este lugar tal y como mi bisabuelo Enrique Redel, en su libro “La Virgen de Linares, Conquistadora de Córdoba”, realizó del mismo, para que desde una visión distinta se pueda contemplar la forma de ver la historia y los lugares en otro siglo y en otra época.

“El Santuario de la Virgen de Linares linda solamente con tierras de la finca de San Fernando y con tierras de la hacienda de los Fuentes, propia hoy de Doña Rafaela Bejarano, viuda de Barbudo. Toda la fábrica exterior es de forma desigual y nada artística. La fachada principal ostenta tres balcones y cinco ventanas altas; dos pórticos grandes con cancela de hierro, una puerta pequeña, dos ventanas bajas y tres arcos tapiados. El costado de la parte derecha luce otros tres balcones y tres rejas bajas, y tras su tejado se eleva, hacia un extremo, el campanario unido a la atalaya…”

El interior del templo: “…Como actualmente se halla, tiene forma de Cruz irregular…En la cabeza de esta cruz está el camarín con el altar y templete de la Virgen y presbiterio cerrado con verja y al cual se entra, desde la sacristía, por una puerta abierta en el lado de la Epístola cerca de la cual se halla colocado el púlpito. En el brazo izquierdo, aparecen respectivamente uno en el centro y otro casi frontero á la nave principal dos altares con la imagen de Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores y en el brazo derecho tres altares, uno, con la efigie de San Fernando, en el centro: otro, frontero al camarín, con la imagen de San Rafael y el otro con la de San José. El retablo del altar de Jesús Nazareno presenta señales de relativa antigüedad, tiene esta inscripción: SE DORÓ Y PINTÓ A EXPENSAS DE D. PEDRO HEREDIA. AÑO DE 1801.”

“Merece especial mención, por su belleza artística, la imagen de San José con el Niño en brazos, y  estatura natural, hecha por el Padre Trapense Welber y donada al santuario por Don José Sánchez Sandoval en los años de 1818 ó 20”.

“ La imagen de San Fernando es de muy mal gusto y escaso mérito, no obstante de que al ser construida se elogió con alabanzas calurosísimas; pesa nada menos que doce arrobas, con su correspondiente peana, en la que se ven, también de talla, varias cabezas de moros: Fue hecha, merced á la iniciativa de Bartolomé olivares y de Don Pablo Canalejo, por el escultor Don Lorenzo Cano, y en 6 de mayo de 1804, ya concluida, se le consagró una fiesta en la iglesia de San Pedro el Real, en la que predicó Fray Alonso Ruiz”. “Réstame hablar de la imagen de San Rafael: esta, según cuenta la tradición, es la primera que recibió culto en Córdoba, y la que salía en procesión por nuestras calles en las calamidades públicas, mucho antes de que se construyese la que adoramos y admiramos en la Iglesia del Juramento”.

“La Iglesia tiene también un coro alto, en donde se halla el órgano, y está decorado con quince cuadros al óleo que representan: tres de ellos a San Juan Bautista; dos el Descendimiento de la Cruz; otros dos a San Pedro; y los restantes a San Pablo, apóstol; San Bartolomé; San Antonio de Padua; San Esteban; Jesús con la Cruz a cuestas; San Francisco de Asís; Santa Teresa, y una Inmaculada; de este último lienzo es dueño el santero Francisco Burguillos. Aunque estas obras de arte no pueden ser debidamente apreciadas, por impedirlo la relativa oscuridad del templo y la altura en que se hallan, parecen todas muy estimables, y aun alguna de mano muy diestra, si bien en su mayor parte son copias de conocidas pinturas”.

He querido dejar para el final, la descripción que hace Redel de la imagen de la Virgen de Linares, ya que puede resultar bastante curiosa.

“ La imagen de la Santa Virgen de Linares, traída por Fernando III y venerada en su Santuario, a una legua de esta ciudad, es ciertamente hermosa, gallarda, encantadora para los cordobeses y de raro mérito por su belleza artística y por su antigüedad. Para no fantasear al describirla, echando a volar la imaginación por las regiones de la poesía y del sentimiento religioso, nada me parece mejor que ceñirme al juicio autorizado de una comisión competente que hubo de examinarla hasta sus menores detalles”. “Primeramente celebraron el santo sacrificio de la Misa el Padre Moga y el Gobernador eclesiástico; este subió después al camarín, acompañado de otros concurrentes, y la Virgen quedó despojada de sus vestiduras, desprendida de la peana y conducida lentamente a la sacristía, donde fue colocada en una mesa, frente de la ventana, con objeto de que pudiese ser estudiada a buena luz.

“Del reconocimiento practicado por los peritos obreros, ó sea por los maestros de carpintería Don Rafael Pérez, Don Antonio de Luque y Don José Cuevas, resultaron cinco puntos:

Primero: que la altura de la imagen es de 94 centímetros y la peana de 8 y medio con un diámetro de 25.

Segundo: la imagen y la peana forman una sola pieza, de buena madera de peral, excepto las dos extremidades salientes por los dos lados de la media luna que está a los pies, los cuales son de pino de segura, siendo posteriores a la escultura.

Tercero: que la imagen está hueca por dentro.

Cuarto: que aunque labrada la media luna de una madera distinta de la restante de la estatua, no es un simple apegamiento de época posterior, sino que forma con ella un todo…

Quinto: que la madera de la imagen presenta señales de muy remota antigüedad.”

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